el josué

Wednesday, June 17, 2015

naturalizado extranjero

Las razones por las cuáles decidí aplicar para la ciudadanía alemana varían desde lo cotidiano hasta lo intelectual, pasando por lo inverosímil. La verdad es que la razón principal por la cual decidí hacer el trámite fueron los casi 150 EUR que me costó una visa para ir 5 días a Canadá. Cabe mencionar que, no hace mucho tiempo, dicho país decidió cerrar sus fronteras para los mexicanos y exigir el trámite de la visa. Y justamente acabo de leer que esto ya no será necesario en el futuro próximo. Pero cuando yo quise ir, sí necesitaba visa. Además, la visa para ir a los Estados Unidos de Norteamérica (USA por sus siglas en inglés) cuesta alrededor de los 100 EUR, sin mencionar que hay que ir a Frankfurt (otros 100 EUR de viaje desde donde yo vivo).
Por todo esto y otras razones más románticas como el rollo filosófico de la integración, apliqué para la ciudadanía alemana.
Mi idea era evitar trámites costosos y molestos al viajar a México pasando por Estados Unidos y Canadá. De hecho, la gota que derramó el vaso, fue una ocasión en que un agente de viajes, al estar reservando un vuelo DIRECTO a México, me preguntó si tenía visa para los Estados Unidos. Le dije que no y que precisamente por eso estaba reservando un vuelo DIRECTO a México sin pasar por aquél país Norteamericano. Me explicó que al gobierno gringo (lo digo con cariño) le bastaba que sobrevolaran su territorio para exigirle visa a los pasajeros de la aeronave, porque no vaya a ser que el avión tenga un defecto y necesite aterrizar de emergencia en su territorio.
Antes de que me diera un dolor de cabeza, compré el boleto bajo mi propio riesgo.

Pero salí decidido a obtener el pasaporte alemán. Al siguiente día me informé sobre los requisitos para el trámite. La historia es larga. El resúmen es que tuve que hacer un exámen de alemán de nivel intermedio, que aprobé con ojos y boca cerrada porque lo pude haber hecho 5 años atrás y tabmién aprobarlo sin problemas; un exámen de cultura alemana, que ni mis amigos alemanes hubieran aprobado (por cierto, me impresionó que hubiera preguntas tendenciosas anti-socialismo) y una serie de traducciones notariadas de mis documentos personales. Lo duro no fue la traducción sin los billetes que tuve que soltar por un par de sellos.
Mi certificado del curso de integración se perdió en la oficina de correos y tuvieron que emitirlo nuevamente. El trámite del pasaporte se demoró 4 semanas.

Llené la solicitud en la que me pidieron detalles de todos los ámbitos de mi vida. Para entregar los documentos tuve que hacer una cita, para lo que tuve que pedir medio día de vacaciones en mi trabajo. El tipo que me los recibió no iba a decir nada si no le preguntaba cuánto tiempo tomaría el trámite aproximadamente.
"De un año a año y medio" - dijo. Ya qué más importaban las 4 semanas que mi certificado se habia retrasado.
Después de un año se me ocurrió llamar al ayuntamiento para preguntar cómo iba mi trámite. Me dijeron que no sabían y que se comunicarían conmigo. Después de una semana me informaron que mi trámite estaba parado, congelado, detenido. Al preguntarles ¿porqué?, no supieron contestarme y me pidieron que les diera tiempo para investigar. Dos días después me llamaron para decir que la razón era que no había pagado para INICIAR el trámite. Pedí más detalles y me hiceron esperar dos días más. Me volvieron a contactar para decirme que habían cometido un error y habían enviado la forma de pago a una dirección equivocada. Por un momento pensé que estaba aplicando para la ciudadanía mexicana.
Me llegó la forma de pago una semana después. Pagué otros cientos de euros y entonces sí me senté a esperar el año-año y medio que me había dicho un año antes.

Un día me citaron para darme la ciudadanía alemana. Literalmente, en una oficina un jueves a las 3 de la tarde, me dieron la ciudadanía. Era un papel en el que se leía "Ciudadanía alemana". Le pregunté a la empleada ¿qué sucedería si perdiera el papel?. "Pues básicamente ya no hay forma de comprobar que eres ciudadano alemán" - respondió. En verdad ese papel era la ciudadanía. Salí de la oficina con la ciudadanía alemana bajo el brazo.

Pensé que el acto había sido muy simple y sin parafernalias. A los pocos meses me llegó una invitación a una celebración en la que estaríamos presentes todas las personas que habían recibido la nacionalidad alemana durante el año pasado.
Hoy fue esa celebración. A decir verdad, no esperaba mucho del evento. Y tenía razón. No fue mucho. La acústica del lugar era muy mala y no se entendía lo que el moderador decía ni la música, tan arbitraria como los discursos de la alcaldesa de la ciudad, que interpretaban una dama y un caballero alemanes. Los músicos eran buenos, pero interpretaron pobremente canciones en inglés, éxitos de ayer y hoy, que a nadie interesaron. Estoy seguro que absolutamente nadie conoce a John Denver ni en Siria, ni Marruecos ni mucho menos en Gabón. Los que disfrutaron más de la parca música fueron los alemanes presentes. No porque éstos también sean parcos, que algunos de ellos si lo eran, sino porque al menos conocían algunas de las melodías (ya ni se digan los autores de las canciones). De la comida mejor ni hablo. No se me antojó nada.

Decidieron dar un presente al "nuevo alemán" más viejo y al más joven. Cuando llamaron al más viejo, nadie contestó. Yo asumí que estaría en el hospital. Terminaron por darle el premio a una señor de 50 años. Era un pase gratis por un año para un parque con un valor de 30 EUR. Al más joven le dieron un pase gratis por un año para el zoológico de la ciudad, que sólo se puede visitar 3 meses al año porque el resto del tiempo está lloviendo o hace tanto frío que guardan a los animales o los transportan a otros zoológicos.

En algún momento el moderador inició un juego preguntando a la gente: Si La Patria fuera una comida, ¿qué comida sería para tí?. Yo me imaginé tres tacos de pastor con cilantro, cebolla y limón, una orden de aguacate y un agua de horchata.

Luego le preguntaron a la alcaldesa: "Para usted, ¿qué es La Patria?".
Alcaldesa: "Para mí, la patria no es un lugar físico. Son los amigos y familia. Ellos son la verdadera patria".
Moderador: "¿O sea que usted podría irse a cualquier lugar y sentirse como en casa mientras esté con sus amigos y familia?"
Alcaldesa: "Bueno, no, porque yo nací en esta ciudad y no podría irme de esta ciudad".

Yo me reí, pero creo que, o nadie entendió lo absurdo de su contradicción o nadie escuchó por la mala acústica del lugar.

La velada, que sólo duró 45 minutos, transcurrió sin pena ni gloria. Si acaso, pena, sí. Abrieron el bufete y después de un rato la gente se empezó a retirar. Los músicos seguían interpretando su música para adultos contemporáneos occidentales. Yo fui a la barra de bebidas y pedí un "Apfelschorle", una bebida típica alemana: mezcla de jugo de manzana (55-60%) con agua mineral.
En ese momento me di cuenta de que efectivamente me había alemanizado. El asunto de la ciudadanía iba en serio. Te das cuenta de que te has alemanizado cuando sabes diferenciar entre un buen Apfelschorle y uno hecho por un somalí, improvisado. De hecho le pedí tres (otros dos para mis amigos que me acompañaban) y los tres los hizo con mezclas diferentes. El mío tenía por lo menos 80% de jugo, los otros 30% y 50% respectivamente (aproximadamente).

El evento se acabó, supuse, porque ya se habían ido todos, menos yo y mis amigos. "Llévense lo que quieran, si no se va a tirar a la basura" - dijo un delegado de la ciudad, que por cierto me saludó muy alegre cuando llegué, seguramente le daba gusto recibir a nuevos contribuyentes que pagarán su sueldo. Se refería a los alimentos pero yo vi a unos tipos que estaban sacando un refrigerador con un carrito de carga de esos que usan en los mercados sobre ruedas. El cínico nos estaba diciendo que iban a tirar a la basura alimentos que habían comprado con nuestros impuestos.

Estuve a punto de ir a preguntarle a la alcaldesa si ella quería tomarse una fotografía conmigo. Pero me pareció un poco fuera de lugar, más no arrogante (ja ja ja).

Todo pareció una mala película o comedia.

En fin... lo único que yo quería era ir a Canadá.