el josué

Monday, January 16, 2012

por una barbie


Hay unas tiendas en Alemania que venden, digamos, porquerías. Creo que una campaña publicitaria como: "XYZ. Vendemos porquerías. Visítanos" les quedaría a modo.
Bueno y cuando uno precisamente anda en busca de 'porquerías' pues no queda mas que dirigirse a esta tienda. Llegué a formarme a la caja para pagar la porquería que llevaba en las manos (un trapo para cubrir unos paneles de Basotect, un material poroso a base de formaldehido-melamina-sodio bisulfito copolímero valorado por sus capacidad de absorber ondas sonoras). Frente a mí, un señor. Frente al señor una señora que comenzó a poner sus artículos sobre la banda transportadora, pues el cliente anterior había terminado sus compras y se retiraba de la caja.
El señor comenzó a hacer un berrinche como bebé y balbuceaba:
"Pero señora, ¡déjeme pasar a mi primero!. ¿Porqué no me deja pagar a mí? Yo tengo muchas menos cosas que usted, ¡es ridículo! Mire nada más cuántos artículos lleva usted. ¡Yo tan sólo voy a comprar una cosa! Mi mujer me está esperando con mi hija afuera".
El tipo golpeaba con la planta del pie (del zapato de goma, propiamente dicho) en el piso mientras agitaba un paquete de 4 vasitos de plástico con motivos de Barbie (y si mi memoria no me traiciona, unos ponys revolcándose en un arcoiris, cosa que pertenece sólo a la fantasía pues nadie puede acercarse a un arcoiris, menos tocarlo y mucho menos revolcarse, dado que sólo es visible a un ángulo de 42 grados entre la luz incidente y el observador).
Yo, me reía en secreto.
La señora le contestó: "Disculpe señor, pero es mi turno y yo tambien tengo dos hijos que me están chingando desde hace dos horas que quieren venir a comprar porquerías a esta tienda".
El tipo se molestó tanto que abandonó los vasitos de Barbie en una estantería de la caja y salió de la tienda.
La señora explicaba en voz alta su derecho. La gente seria. Creo que todos lamentábamos el hecho de ver los vasitos solitarios sin comprador en la estantería.

De pronto recordé que había olvidado una porquería y abadoné la fila para volver unos segundos más tarde. Instantes después se abrió la puerta de la tienda y entró el señor que hacía unos momentos había salido furioso. Me pareció escuchar una fanfarria macabra y pensé lo peor. ¿Asesinaría a la señora de los niños enervantes dejando tras de sí un baño de sangre que cubriría a todos los presentes incluyendo a Barbie?.
No. El tipo con mala cara se dirigió directamente a la estantería, volvió a tomar los vasitos de plástico y se formó en la fila para pagar. Obviamente, ya había más gente formada para pagar. El señor tendría que esperar más. Ahora había una señora pagando, después seguía yo y atrás de mi una viejita, que quedaba frente a el dicho señor, y que se volteó para decirle:
"Señor, si quiere puede pasar antes de mi. Su mujer y su hija lo esperan".
Señor: "No, no importa. Gracias".

Cuando fue mi turno para pagar, la cajera descubrió que la porquería no tenía precio y tuvo que llamar a otra empleada para que le buscara un artículo similar. Más demora.
El señor furioso.

Cuando salí de la tienda vi a una señora y a una niña. Sin duda la familia del señor.

Me imagino la escena cuando el señor salió de la tienda la primera vez. La mujer gritándole y la niña llorando. "¿Y los vasos? ¡Te regresas a comprar los pinches vasitos de Barbie cabrón!"

Moraleja: el que se enoja, se forma dos veces.