el josué

Thursday, January 20, 2011

el laboratorio


Trabajo, mejor dicho, voy todos los días a una oficina donde me siento 8 horas frente a una computadora y convivo con seres poco menos comunicativos que un molusco.
Hoy por la mañana me asomé por la ventana porque escuché el canto de unas aves. Un colega me preguntó:
"¿Qué haces?".
Yo: "Escucho el canto de un mirlo. No sabía que había vida inteligente por estos lugares".
Colega: "¿Qué?".
Yo. "¿Lo ves? Ahora se que por lo menos hay un ave con la que puedo intentar comunicarme".

El lenguaje es un indicador de la inteligencia de un ser vivo. Animales y bestias salvajes se comunican con alaridos, incluso seres unicelulares lo hacen por medio de ondas mecánicas o electromagnéticas.
Más que una oficina, me siento como en un laboratorio donde se pueden observar criaturas biológicamente complejas pero que inexplicablemente no desarrollaron la capacidad de la comunicación. O ¿quién sabe?, tal vez sólo sufran de afasia.

Mis colegas, moluscos, protozoos, cómo los quiero.

Sunday, January 16, 2011

puercos


Son como las 18h27. Doblo la esquina, ruido de fondo, voces, pasos, un sonido que no alcanzo a clasificar. Centro la mirada en una mujer que viene caminando en contraflujo. Oprime botones de su teléfono celular mientras que con una expresión de asco (m. Impresión desagradable causada por algo que repugna) en el rostro, gime:
"¡Aaayyy! ¡Asqueroso!".
Giro mi cabeza 30º en la dirección de la manecillas del reloj y veo a un vagabundo, montado en una bicicleta (no puedo decir "su bicicleta" porque no me consta que sea suya) riéndose.
Sigo caminando. Transcurren 2 segundos y logro descifrar la escena. Una sonrisa se me dibuja en el rostro. Me transporto en mi imaginación 5 segundos en el pasado y veo al vagabundo, sobre la bicicleta que aún no se si es suya, eructando a gran volumen justo al pasar al lado de la mujer (digo mujer porque no me consta que sea señorita, ni que no lo sea). A la mujer le provoca asco el alarido del holgazán y lanza su queja al aire.
El viejo se rie pero busca con quien compartir su travesura. En ese momento aparezco en la escena y para su fortuna, y la mía también, le devuelvo la sonrisa y aún mas, suelto una carcajada que anima al ocioso a reír más fuerte.

"Muy bien." - agrego yo.

"Par de puercos holgazanes." - debió haber pensado la mujer.

Mmmhhh... holgazán si, pero no soy tan puerco.