el josué

Tuesday, July 10, 2007

sinek boku


Odio las moscas. De verdad las odio. Aparte de ser portadoras de bacterias, son estúpidas. Es curioso que Moscú, la capital de Rusia, se dice Mosca en italiano. Mas no me quiero desviar del tema.
Debo reconocer que soy decidioso para hacer muchas cosas. Pero si se trata de matar una mosca porque me está molestando, soy capaz hasta de anular el efecto de la atracción gravitacional de la Tierra para evitar que, si se me estuviera cayendo un vaso de vidrio al suelo, siga su trayectoria parabólica provocando una colisión inelástica y su fragmentación caótica en pedazos.
Pero una vez muertas, las moscas me parecen más repugnantes. Yacen ahí, inertes, y no las quiero remover porque sus nano-órganos están esparcidos, embarrados en la superficie.
Una vez me molestaba una mosca. Le advertí en repetidas ocasiones que la mataría. Cuando iba a hacerlo vi que se posó sobre una de las parrillas de mi estufa. Sonreí. Entonces se me ocurrió encenderla y esperar unos minutos a que se calentara con el sólo propósito de verla volar sufriendo (porque sabía que eso no la mataría). Después de unos 62 seg. aproximadamente, la mosca se inquietó y comenzó a moverse. Daba vueltas en círculos y, dado que son estúpidas, seguía desplazándose sobre la superficie caliente. Estallé en una risa estruendosa y maldita. Finalmente voló.

Pero en verdad son tan estúpidas que después de unos segundos regresó la mosca y se posó sobre la parrilla nuevamente. Esta vez permaneció un instante y se fue. Entonces, la maté.

("Sinek boku" significa "mosca de mierda" en turco)