el josué

Monday, December 14, 2009

el lado bueno


Insisto, todas las cosas tienen un lado bueno (en realidad no insisto mucho, porque la gente dice que soy muy negativo y que me quejo. Es falso, es sólo que ver la vida con un toque de humor negro amargoso puede, y de hecho a mí me funciona, resultar bastante divertido).
Por razones que no voy a explicar en este texto, abordé un tren rumbo a la ciudad de Stuttgart. Ni el destino ni el medio de transporte (ni mucho menos que perdí el tren anterior por haber ajustado mal mi despertador) son relevantes en esta historia, pero iba, pues, en ese tren, sentado en un compartimento para 4 personas. Una chica que tal vez llegue a ser guapa un día estaba sentada frente a mí, a su lado una fea, y a mi lado otra más fea que la anterior. Después de viajar 15 min se subió una señora y le dijo a la chica fea (la sentada a mi lado izquierdo): - "Disculpa pero ese es mi lugar. ¿Te puedes cambiar a otro asiento porfavor?".
La chica fea se quitó sus audífonos, asintió con la cabeza y se tornó hacia mi. La chica fea (y estúpida como demostrará este relato) dijo:

"¿Te puedes cambiar a otro asiento? Es que yo pensé que ese lugar en el que estás sentado era el que estaba apartado, pero pues... yo me quería sentar ahí, en tu lugar, el libre".

Yo me volví hacia ella, reparé un par de segundos para procesar lo que me había dicho. Lo pensé dos y hasta tres veces y no pude encontrar lógica alguna en su comentario. Me pareció tan ridículo su argumento, y además tan estúpido, que no pude hacer otra cosa más que reírme en su cara. Sin embargo, agregué algo:

- "¿Cómo? ¿O sea, yo tengo que cambiarme de lugar porque tu asiento estaba reservado para alguien más?".

La chica, que me pareció aún más fea al ver su dentadura cuando abrió la boca para responderme, dijo (a secas):

"Sí".

Me tuve que reír otra vez. Me pareció tan estúpida su lógica que lo tomé con humor.

- "Sí. Me voy." - dije.

La chica que tal vez algún dia sea guapa abrió la boca de asombro.

- "Aaah... caíste, ¿verdad? No, aquí me quedo". - agruegué.

La chica hizo aspavientos y berrinches, recogió todas las cosas que traía, se levantó de su lugar y se fue a sentar tres filas atrás. Cuando se instaló en su nuevo lugar, me levanté para irme a sentar a otro asiento que vi al final del vagón. Al pasar al lado de la chica fea, me miró con asombro a lo que tuve que decirle:

"Ah cambié de opinión, no me gusta viajar de espaldas a la dirección del tren".

Yo me retiré tambaleándome por el movimiento oscilatorio del tren y por la risa que me provocó la situación con la chica fea y tonta.


Moraleja: no siempre que pierdes un tren y 49 Euros es mala suerte. Se pueden rescatar algunas carcajadas.

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