Wednesday, December 02, 2015

el chacal

Hay lugares, personajes, oficios, ideas, etc. que no dependen ni de la geografía ni del idioma. Por ejemplo, un taxista es un taxista en cualquier parte del mundo y conducen de la misma forma en la ciudad de México que en Londres o Berlín.
En México existen las llamadas "tienditas de la esquina", que son tiendas, misceláneas o establecimientos pequeños, a menudo improvisados en garajes o patios de casas-habitación, en los que se pueden realizar las compras de último minuto: 1 litro de leche para el desayuno de los niños, azúcar, cigarros, cerveza, una monografía de los niños héroes. (Desagraciadamente éstos negocios familiares se han ido extinguiendo como producto de la aparición de franquicias como OXXO).

En Alemania las tienditas de la esquina se llaman "Kiosk". Y aquí, como en México, se auto-gobiernan y auto-determinan, es decir, además de vender los productos "obligados" como licores, bebidas refrescantes y productos de la canasta básica, ofrecen otros productos fuera de esa línea. Por ejemplo, en un kiosko que conozco ofrecen de todo, cigarros sueltos, ofrecen servicio de transporte para llevar a casa ese sofá-cama que te regalaron o para mudarte de casa, en el patio trasero organizan fiestas hip-hoperas.

En donde yo vivo hay una especie de culto por los Kiosks. Y es importante tener buena relación con el dueño del Kiosk, después de todo es el tipo que puede salvar tu fiesta cuando se ha acabado la cerveza a media noche, o cuando te has quedado sin leche para tu cereal.
Yo viví en un apartamento exactamente arriba de un Kiosk y el dueño, un turco, me trataba muy bien. Le gustaba la idea de conocer a un mexicano. Años después, me lo encontré en la calle y me saludó.
El dueño de otro Kiosk que conozco es un griego-serbio-libanés (según mi apreciación) que habla muy mal alemán y que no sabe distinguir entres cigarros Gauloises rojos y azules, pero conduce un BMW i6.

Después me mudé de casa y a la vuelta de la esquina había dos Kiosk, de la misma dueña. Luego uno cerró. La propietaria, aunque tenía una dentadura destrozada por humo de tabaco, era amable.
Un día fui a comprar cerveza. Yo iba con una amiga alemana y un amigo mexicano, que esperó afuera. De pronto entró un tipo de mala cara y voz ronca. Al parecer era el nuevo dueño del Kiosko.
Comenzó a hablar y en seguida me preguntó: "¿entiendes alemán?". Me molesté y le contesté que si y le pregunté que si acaso lo dudaba por el color de mi cabello.
"Tranquilo, tranquilo. No es eso, sino que allá afuera hay un tipo que me habló en inglés y pensé que tú tampoco hablabas alemán".
Entendí la situación y lamenté haber reaccionado así, le ofrecí una disculpa.
"Está bien, no pasa nada" - contestó. Pero yo sabía que no era así. Nuestra relación había empezado mal y no iba a mejorar, lo supe en ese momento.
Es de esos tipos a los que nada les parece o si algo les gusta lo expresan con enojo. Si uno se queja delante de él por la lluvia, contesta: "¡Hey, deberías estar agradecido que estás vivo y no hay guerra en este país por lo menos!".
Si le dices: "¡Qué buen día hace hoy, que lindo!", contesta: "Eh, ¿qué tiene de lindo? Mira que clima tan horrible".

Un día fui a comprar cerveza sin alcohol, por la simple y sencilla razón de que me gusta la cerveza sin alcohol.
"LLevaré tres cervezas sin alcohol" - le dije.
Me contestó con su voz ronca: "¿Sin alcohol? toma algo más para hombrecitos, ¿que es eso?".
Le tuve que contestar con una risa nerviosa. Lo hice porque aún seguía lamentando mi reacción aquél día de nuestro primer encuentro.

Otra ocasión fui a comprar vino.
"¿Tienes vino tinto?" - pregunté.
"Si, mira aquí tengo uno muy bueno, es italiano, cuesta 8 EUR la botella" - me contestó.
Cuando le pregunté si no tenía uno más barato, como para estudiantes, se molestó y me dijo: "Por mí te lo dejo a 2 EUR si no estás dispuesto a pagar 8 EUR por un buen vino. Ah que la gente en Alemania que quieren lo mejor pero no quieren pagar por ello". Le expliqué que el vino era para borrachos, en una fiesta y no para cenar. No me quiso escuchar. Me fui.

Otra vez fui a comprar una caja de cerveza para una fiesta. Me dijo que tenía la caja de cerveza Brinkhoffs de lata en descuento y que como ya me conocía, no me cobraría el importe de las latas ni la caja de plástico.
Le insistí en que me lo cobrara porque no sabía si se iba a terminar la cerveza en la fiesta. El insistió en querer ser amable y hacerme un favor.No lo quería contradecir.
Pasaron 6 meses y yo seguía sin devolver las latas ni la caja de plástico. Unos días antes de Navidad pasé al Kiosk y le dije al tipo:
"Hola, vengo a pagarte lo de las latas y la caja de plástico porque, como te dije desde el principio, no se acabó la cerveza".
"Si, qué bueno que vienes. No quería decirte nada pero si te voy a aceptar el dinero porque me va a faltar para el cierre del año".
Hizo la cuenta y me dijo: "Son 4.65 EUR".
Yo pensé: "¿Tanto drama por 4.65 EUR?". Si me los hubiera cobrado desde el principio no habría vivido con la angustia de la deuda durante esos 6 meses.
Dos años después, aún tengo tres latas de esa cerveza.
Lo bauticé como El Chacal, por malencarado y chacal.

Otro día pasé a comprar patatas fritas cubiertas con colorantes artificiales a base de plásticos inflamables y tóxicos. Esa ocasión me dijo: "¿Y tu amigo de México, dónde está? El sí que era buena gente". No me quedó más remedio que agregar: "¿No como yo verdad?".
"No, yo no dije eso. Sólo salúdalo de mi parte cuando hables con él" - respondió.
Cuando salí del Kiosk sabía que nuestra relación vecino-Kioskero había sido perturbada para siempre y no tenía remedio.

La situación llegó a tal extremo que cuando regresaba a casa, tomaba otro camino más largo para no pasar por la calle del Kiosk y tener que verlo o peor aún, saludarlo. Lo comencé a odiar.

Un día que me enojé con el mundo, estaba decidido a pasar frente al Kiosk y mirar al Chacal a los ojos fijamente sin desviar la mirada y si era necesario, saludarlo.
Pasé y no estaba. Al cargo estaba una de las mujeres que forman parte de su flota. No se si sean mujeres que trabajan para él (proxeneta) o sean de su familia, pero parecen salidas de una película gringa de arrancones de autos de los años ochenta.
Hace unos meses que me mudé a otra parte de la ciudad y ya no tengo que ver al Chacal. No lo extraño, pero me acuerdo de él cada vez que veo esas tres latas de cerveza Brinkhoffs en la esquina.

Thursday, September 03, 2015

otra batalla perdida

Ya he mencionado más de una ocasión que al alemán no se le gana una discusión. Nunca.
También he documentado aquí la necedad de mi jefe de embarrarnos en la cara nuestros errores, por muy pequeños que éstos sean. Una vez, imprimió un correo electrónico y subrayó con marcador fluorescente la parte donde yo le indiqué que eran 3 piezas las que dejé sobre su escritorio mientras que en realidad sólo eran 2. Un error de dedo. Le dije que era obvio y le resté importancia a lo que reaccionó con un berrinche diciendo que es importante manejar la información de manera correcta y precisa. La semana pasada le hizo otra escena a un compañero. Lo mismo, un correo electrónico en el que estipulaba una cantidad que no correspondía con la realidad. Le concedo razón.
Pero siempre le llega a uno la oportunidad de cobrárselas. Venganza. Esta semana me llegó un correo electrónico de parte de mi jefe. El asunto era: "Favor de no estacionarse en...bla bla bla... este Viernes 7 de Septiembre del 2015 ya que será la fiesta de aniversario de la empresa vecina XYZ y necesitan los lugares de estacionamiento".
¡Perfecto! Mi oportunidad para restregarle en la cara su error, por no decir su imbecilidad.
Fui a la cocina a comprar, en una máquina automática, algo que según dicen es café. Salí con mi tasa hacia el pasillo y ahí vi al jefe con dos colegas igual de nerds que él. Le di un trago a mi "algo-parecido-a-café" y me dirigí hacia ellos con una sonrisa. Me aseguré de hablar con voz clara y fuerte: "¡Hola que tal Jefe! Así que no debemos estacionarnos en tal lugar este - y aquí hice énfasis - Viernes 7 de Septiembre, ¿cierto?. ¿Estás seguro que es día 7 este Viernes?". Yo me disponía a gozar de las mieles del Sabelotodismo absurdo. Pero el jefe respondió: "Si, claro. Este Viernes 7 de Septiembre". Yo intentaba repetir la dósis, tirando ese gancho al hígado: "¿viernes 7 de Septiembre? ¿estás seguro?". "Si" - replicó el jefe con vigor y seguridad. Un nerd lamebotas agregó "Claro, Viernes 7 de Septiembre" y hasta osó burlarse de mí: "¿Porqué? ¿Quieres venir a la fiesta de la empresa XYZ? ¡Tu ni siquiera tienes auto!" - carcajadas estruendosas - . Habiendo dicho esto, los presentes desviaron el tema y olvidaron mi punto: No hay Viernes 7 de Septiembre del 2015. Es día 4.
Decepcionado, ignoré los comentarios y me metí a mi oficina, derrotado. El jefe y los nerds se fueron caminando por el pasillo hablando mierda de sabelotodo: "Claro, Viernes 7 de Septiembre. 7, cuya raíz cuadrada es aproximadamente 2.6457513110645905905016157536393. O 7, que multiplicado por PI y dividido entre 2 es aproximadamente 4.1559364410330408207461885428224". Los imbéciles se regocijaban en su necedad. Lo he dicho y lo vuelvo a repetir. A los alemanes no se les gana ni UNA... bueno, guerras mundiales sí, pero batallas no.

Wednesday, June 17, 2015

naturalizado extranjero

Las razones por las cuáles decidí aplicar para la ciudadanía alemana varían desde lo cotidiano hasta lo intelectual, pasando por lo inverosímil. La verdad es que la razón principal por la cual decidí hacer el trámite fueron los casi 150 EUR que me costó una visa para ir 5 días a Canadá. Cabe mencionar que, no hace mucho tiempo, dicho país decidió cerrar sus fronteras para los mexicanos y exigir el trámite de la visa. Y justamente acabo de leer que esto ya no será necesario en el futuro próximo. Pero cuando yo quise ir, sí necesitaba visa. Además, la visa para ir a los Estados Unidos de Norteamérica (USA por sus siglas en inglés) cuesta alrededor de los 100 EUR, sin mencionar que hay que ir a Frankfurt (otros 100 EUR de viaje desde donde yo vivo).
Por todo esto y otras razones más románticas como el rollo filosófico de la integración, apliqué para la ciudadanía alemana.
Mi idea era evitar trámites costosos y molestos al viajar a México pasando por Estados Unidos y Canadá. De hecho, la gota que derramó el vaso, fue una ocasión en que un agente de viajes, al estar reservando un vuelo DIRECTO a México, me preguntó si tenía visa para los Estados Unidos. Le dije que no y que precisamente por eso estaba reservando un vuelo DIRECTO a México sin pasar por aquél país Norteamericano. Me explicó que al gobierno gringo (lo digo con cariño) le bastaba que sobrevolaran su territorio para exigirle visa a los pasajeros de la aeronave, porque no vaya a ser que el avión tenga un defecto y necesite aterrizar de emergencia en su territorio.
Antes de que me diera un dolor de cabeza, compré el boleto bajo mi propio riesgo.

Pero salí decidido a obtener el pasaporte alemán. Al siguiente día me informé sobre los requisitos para el trámite. La historia es larga. El resúmen es que tuve que hacer un exámen de alemán de nivel intermedio, que aprobé con ojos y boca cerrada porque lo pude haber hecho 5 años atrás y tabmién aprobarlo sin problemas; un exámen de cultura alemana, que ni mis amigos alemanes hubieran aprobado (por cierto, me impresionó que hubiera preguntas tendenciosas anti-socialismo) y una serie de traducciones notariadas de mis documentos personales. Lo duro no fue la traducción sin los billetes que tuve que soltar por un par de sellos.
Mi certificado del curso de integración se perdió en la oficina de correos y tuvieron que emitirlo nuevamente. El trámite del pasaporte se demoró 4 semanas.

Llené la solicitud en la que me pidieron detalles de todos los ámbitos de mi vida. Para entregar los documentos tuve que hacer una cita, para lo que tuve que pedir medio día de vacaciones en mi trabajo. El tipo que me los recibió no iba a decir nada si no le preguntaba cuánto tiempo tomaría el trámite aproximadamente.
"De un año a año y medio" - dijo. Ya qué más importaban las 4 semanas que mi certificado se habia retrasado.
Después de un año se me ocurrió llamar al ayuntamiento para preguntar cómo iba mi trámite. Me dijeron que no sabían y que se comunicarían conmigo. Después de una semana me informaron que mi trámite estaba parado, congelado, detenido. Al preguntarles ¿porqué?, no supieron contestarme y me pidieron que les diera tiempo para investigar. Dos días después me llamaron para decir que la razón era que no había pagado para INICIAR el trámite. Pedí más detalles y me hiceron esperar dos días más. Me volvieron a contactar para decirme que habían cometido un error y habían enviado la forma de pago a una dirección equivocada. Por un momento pensé que estaba aplicando para la ciudadanía mexicana.
Me llegó la forma de pago una semana después. Pagué otros cientos de euros y entonces sí me senté a esperar el año-año y medio que me había dicho un año antes.

Un día me citaron para darme la ciudadanía alemana. Literalmente, en una oficina un jueves a las 3 de la tarde, me dieron la ciudadanía. Era un papel en el que se leía "Ciudadanía alemana". Le pregunté a la empleada ¿qué sucedería si perdiera el papel?. "Pues básicamente ya no hay forma de comprobar que eres ciudadano alemán" - respondió. En verdad ese papel era la ciudadanía. Salí de la oficina con la ciudadanía alemana bajo el brazo.

Pensé que el acto había sido muy simple y sin parafernalias. A los pocos meses me llegó una invitación a una celebración en la que estaríamos presentes todas las personas que habían recibido la nacionalidad alemana durante el año pasado.
Hoy fue esa celebración. A decir verdad, no esperaba mucho del evento. Y tenía razón. No fue mucho. La acústica del lugar era muy mala y no se entendía lo que el moderador decía ni la música, tan arbitraria como los discursos de la alcaldesa de la ciudad, que interpretaban una dama y un caballero alemanes. Los músicos eran buenos, pero interpretaron pobremente canciones en inglés, éxitos de ayer y hoy, que a nadie interesaron. Estoy seguro que absolutamente nadie conoce a John Denver ni en Siria, ni Marruecos ni mucho menos en Gabón. Los que disfrutaron más de la parca música fueron los alemanes presentes. No porque éstos también sean parcos, que algunos de ellos si lo eran, sino porque al menos conocían algunas de las melodías (ya ni se digan los autores de las canciones). De la comida mejor ni hablo. No se me antojó nada.

Decidieron dar un presente al "nuevo alemán" más viejo y al más joven. Cuando llamaron al más viejo, nadie contestó. Yo asumí que estaría en el hospital. Terminaron por darle el premio a una señor de 50 años. Era un pase gratis por un año para un parque con un valor de 30 EUR. Al más joven le dieron un pase gratis por un año para el zoológico de la ciudad, que sólo se puede visitar 3 meses al año porque el resto del tiempo está lloviendo o hace tanto frío que guardan a los animales o los transportan a otros zoológicos.

En algún momento el moderador inició un juego preguntando a la gente: Si La Patria fuera una comida, ¿qué comida sería para tí?. Yo me imaginé tres tacos de pastor con cilantro, cebolla y limón, una orden de aguacate y un agua de horchata.

Luego le preguntaron a la alcaldesa: "Para usted, ¿qué es La Patria?".
Alcaldesa: "Para mí, la patria no es un lugar físico. Son los amigos y familia. Ellos son la verdadera patria".
Moderador: "¿O sea que usted podría irse a cualquier lugar y sentirse como en casa mientras esté con sus amigos y familia?"
Alcaldesa: "Bueno, no, porque yo nací en esta ciudad y no podría irme de esta ciudad".

Yo me reí, pero creo que, o nadie entendió lo absurdo de su contradicción o nadie escuchó por la mala acústica del lugar.

La velada, que sólo duró 45 minutos, transcurrió sin pena ni gloria. Si acaso, pena, sí. Abrieron el bufete y después de un rato la gente se empezó a retirar. Los músicos seguían interpretando su música para adultos contemporáneos occidentales. Yo fui a la barra de bebidas y pedí un "Apfelschorle", una bebida típica alemana: mezcla de jugo de manzana (55-60%) con agua mineral.
En ese momento me di cuenta de que efectivamente me había alemanizado. El asunto de la ciudadanía iba en serio. Te das cuenta de que te has alemanizado cuando sabes diferenciar entre un buen Apfelschorle y uno hecho por un somalí, improvisado. De hecho le pedí tres (otros dos para mis amigos que me acompañaban) y los tres los hizo con mezclas diferentes. El mío tenía por lo menos 80% de jugo, los otros 30% y 50% respectivamente (aproximadamente).

El evento se acabó, supuse, porque ya se habían ido todos, menos yo y mis amigos. "Llévense lo que quieran, si no se va a tirar a la basura" - dijo un delegado de la ciudad, que por cierto me saludó muy alegre cuando llegué, seguramente le daba gusto recibir a nuevos contribuyentes que pagarán su sueldo. Se refería a los alimentos pero yo vi a unos tipos que estaban sacando un refrigerador con un carrito de carga de esos que usan en los mercados sobre ruedas. El cínico nos estaba diciendo que iban a tirar a la basura alimentos que habían comprado con nuestros impuestos.

Estuve a punto de ir a preguntarle a la alcaldesa si ella quería tomarse una fotografía conmigo. Pero me pareció un poco fuera de lugar, más no arrogante (ja ja ja).

Todo pareció una mala película o comedia.

En fin... lo único que yo quería era ir a Canadá.

Friday, March 20, 2015

hasta en la sopa

Ya estoy harto. Escribo esta historia en parte como terapia, pero también para denunciar a las fuerzas del destino. Sin embargo, creo que pago por mi sarcasmo e ironía, mi penitencia.
Hay un cabrón, que es mi jefe, al que no soporto. A veces me siento en una historia de Edgar A. Poe. Es como aquél gato negro que vuelve loco al personaje de la historia. Sin embargo, este tipo no es ni estridente, ni molesto; tampoco irrespetuoso ni entrometido. Por el contrario es muy amable, bastante amable. Es de ese tipo de personas que inciden lenta pero constantemente hasta que se abre una herida mortal.
Permítanme ilustrar la situación.
Todo comenzó el día de la entrevista de trabajo. Yo portaba mi mejor traje y mi mejor sonrisa. Llegué incluso temprano, por lo que me tomé la libertad de hacer una visita al sanitario. Oriné y me lavé las manos.
Luego salí al encuentro de personaje mencionado y me dirigió a una sala de conferencias donde tuvimos la entrevista. Todo muy ameno, excepto la acústica del recinto, que podría mejorarse bastante. Luego, mi futuro jefe, se disculpó un momento para traer a un segundo personaje-engendro-ingeniero que parecía salido de un sótano oscuro y sin ventilación y que, ahora sé, emite sonidos como un cerdo cuando come frente a su computadora mientras continúa programando; mi futuro compañero de oficina. En los 3 minutos que me quedé sólo, me di cuenta que tenía el cierre del pantalón abierto. Desde entonces no paro de escuchar en mi cabeza la pregunta: "¿Habrá visto el jefe que tenía el cierre del pantalón abierto?". Todos los días me lo pregunto.
Una semana después, al terminar la segunda entrevista con el director de la compañía (un tipo completamente repugnante pero que no odio como a mi jefe), me preguntaron si tenía alguna duda o pregunta. Dudé un momento y no me atreví a preguntar si podía trabajar sólo medio tiempo.
Me contrataron y me presenté a trabajar.

En este punto de la historia debo mencionar que en mi empleo anterior nunca recibí atención de mi jefe. A tal grado que en mi primer día de trabajo no informó a nadie que me habían contratado y sólo me dijo "Hola". La charla más larga que tuve con él fue cuando renuncié.
Así, mi ahora jefe, venía a preguntarme cada 5 minutos si todo estaba bien.
Jefe: "¿Todo bien Josué?"
Yo: "Sí, gracias"
5 minutos después:
Jefe: "Hey Josué, ¿todo bien?"
Yo: "Mmhh... sí, aún todo bien"

Después sus visitas a mi oficina comenzaron a tornarse bizarras. El entraba a la oficina y se quedaba parado mirando por la ventana al horizonte, sin decir nada. Se quedaba esperando a que le dieran la palabra. En la mayoría de los casos, quería hablar con mi compañero de oficina, que lo hacía esperar hasta 1 o 2 minutos antes de prestarle atención.
Una vez, el compañero llegó molesto a la oficina, se puso sus audífonos y escuchaba Heavy Metal. Realmente a mí me daba lo mismo porque de cualquier modo nunca hablamos. El jefe entró a la oficina y como de costumbre se plantó esperando a que le dieran la palabra. Yo ya no hacía nada por ponerle atención. El jefe esperó unos 2-3 minutos y luego en voz muy baja y en tono temeroso dijo:
"Mhhh... ¿Mario?" - *nombre cambiado para guardar el anonimato del engendro programador.
Pero el nerd no respondía. Guitarras distorsionadas y teclazos se escuchaban y nada más.
"Mario...mmhh creo que no estas disponible ¿verdad?" - agregó el jefe después de esperar otro minuto. Acto seguido, dijo: "Si quieres regreso más tarde" y se fue.
A mi ya no me sorprendía nada. Pero yo en su caso le hubiera tomado de los pelos y azotado la cara contra el teclado. Cuando el nerd se hubiese repuesto del shock, quitado los audífonos y conteniendo la sangre de la nariz hubiera preguntado: "¿Pero que sucede? Dígame jefe". A lo que hubiera respondido:
"Mmmhh lo siento, ya se me olvidó" y me hubiera ido.


La primera "agresión" del jefe contra mi fue un día que un programa que yo escribí, arrojó un error mientras el jefe y yo observábamos la aplicación correr.
"Una pregunta Josué, ¿es intencional que el programa arroje ese error y se vuelva inestable?" - dijo el jefe.
Yo no dije nada. Pensé que mi silencio obviaba mis intenciones de querer exterminarlo.
La segunda que vez que hizo una pregunta del mismo tipo, contesté:
"Sí, es una funcionaliad que he implementado recientemente". Yo creí que siendo el jefe tan inteligente podría detectar el sarcasmo. Pero su respuesta fue:
"Ya veo. Pero sería bueno que no sucediera, ¿crees que puedas cambiarlo?".
"Creo que sí" - respondí.

Otra ocasión dejé sobre su mesa 3 sensores y le escribí un correo electrónico indicando:
"...los 2 sensores que están sobre tu mesa, fueron calibrados hoy por la mañana..."
15 minutos más tarde el jefe entró a mi oficina con una hoja de papel, un documento. Se dirigió a mi diciendo:
"Josué, aquí tengo tu correo electrónico. Quería aclarar si son 2 ó 3 sensores los que dejaste sobre mi mesa". El número "2" estaba subrayado en mi correo electrónico con marcador verde fluorescente.
Perdí los estribos y le dije:
"Naturalmente se trata de 3 sensores, dejé 3 objetos sobre tu mesa. Creo que es más que obvio que me equivoqué al escribir 2. No creo que sea tan grave".
Se molestó un poco y subrayó la importancia de ser precisos con la información que manejamos.
Pasó el tiempo.

Un día se les ocurrió a los colegas de mi departamento que querían socializar y organizaron un "Barbeque" o día de campo. El plan era "asar unas salchichas y comérselas con pan y tomar unas cervezas". El organizador fue preguntando a cada persona cuántas salchichas se comería y cuántas cervezas se tomaría. No le gustó para nada mi respuesta: "No sé, unas dos o tres, ya veremos". El quería saber exactamente cuántas me comería.
El día del evento llegó. Me parecía un experimento indeseable pero interesante, así que decidí ir. En el camino, un policía me detuvo por andar en bicicleta sobre la acera y me multó con 15 Euros. Me molesté muchísimo. Al llegar al parque, donde no había nadie más que mis colegas y una pareja a lo lejos tomando el sol, esperaban los colegas ya con alimento y bebida en mano y sin hablar. Les conté la anécdota y agregué que los policías son las personas más cerradas, mamonas y rígidas que hay, que carecían de sentido común y además cobardes porque se atrevían a castigar a un ciclista pero no a un neo-nazi, y que por el contrario hasta los protegen en las marchas.
El jefe me miraba con ojos redondos y un poco apenado dijo: "Bueno, mmhh...no sé, a veces es necesario controlar a los ciclistas, pueden ocasionar un accidente". Y entonces confesó que su padre es policía, ahora jubilado. Comenzaba a entender la rigidez de su personalidad.
Luego, cuando todos habían ya comido, el organizador me dijo que aún quedaba una salchicha y que era mía, que me la debía comer porque yo había dicho que me comería DOS salchichas. No me la comí.

En el trabajo, cuando el jefe se acerca a hacernos observaciones que tal vez podrían incomodarnos, carraspea la garganta, antes y después de entrar a la oficina, demostrando inseguridad. A veces carraspea en su oficina, sólo.

En ocasiones en que el jefe ha estado presente mientras yo bromeo sobre alguna situación de forma sarcástica, vuelve a carraspear y se incomoda y agrega que "no es políticamente correcto y que no es del todo exacto mi comentario". Si alguien dice una expresión como "Me muero de hambre", el jefe contesta:
"¡Oh! eso no es bueno. ¿Tienes seguro de vida? Si pierdes la vida en las instalaciones de la empresa, se iniciaría una batalla legal".

Un par de veces me ha pedido que haga tareas para él. Siempre dice: "no me urge, házlo cuando tengas tiempo". La primera vez me tomé mi tiempo. Tres horas después me preguntó si ya lo había terminado y le contesté que pensaba que no era urgente. La siguiente vez que me pidió algo y dijo lo mismo, lo hice en seguida.

Evito cualquier tipo de contacto con él; visual, verbal. Una vez, él estaba en una reunión en el otro edificio de la empresa, que está a dos calles. Ese día decidí salirme un poco temprano porque no tenía nada que hacer. Estuve vacilando sobre qué ruta tomar para no encontrarmelo en la calle en caso de que ya hubiese terminado la reunión. Tomé una ruta alternativa y me lo encontré de frente. "Que tengas buena tarde" - me dijo sonriente. Lo quería ahorcar.
Otra vez fui a tomar café a la cocina de la oficina después de hablar con él sobre un asunto. Necesitaba un pausa de él. 30 segundos después entró a la cocina saludando.
Otro día me estaba lavando las manos después de orinar y lo maldecía en voz baja. En ese momento entró por la puerta del baño y me saludó.
En otra ocasión yo hablaba con un chico de la línea de producción en mi oficina. El jefe entró sin saludar y se paró como de costumbre esperando a que le diera la palabra. No lo hice. Seguí mi conversación y el jefe dijo: "Creo que regresaré más tarde, no quiero molestar" - pero en un tono que para mí significó "No quiero ser partícipe de una charla entre idiotas".
No es que no sea idiota yo, sino que no le permito afirmarlo.

Una vez me volví a salir un poco temprano del trabajo y quería pasar a orinar. Pasé por la oficina del jefe y estaba vacía. Pensé que una posibilidad es que estuviera en el baño. Fui y abrí la puerta sigilosamente. Efectivamente, ahí estaba orinando. Cerré la puerta y me fui corriendo.

El director de la compañía, como dije, es repugnante y arrogante. También me lo he encontrado en la calle mientras doy un paseo después de mi hora de comida. A veces me lo encuentro en una pizzería que hay en el edificio. Me escondo. He llegado a entrar a la pizzería y al verlo, si no me ha visto, me salgo, y si me ve, lo saludo, compro un chocolate para disimular y me voy a comer a otro lado.

Finalmente, ayer tuve una charla con mi jefe. Me dijo que me habían autorizado trabajar medio tiempo y lo adulé. Le dije que apreciaba mucho el hecho de que hubiera aceptado mi petición de trabajar media jornada. Mis palabras fueron sinceras.

Ahora no sé cuál es la razón principal por la que pedí trabajar menos horas. Al principio era mi interés por hacer más música, luego porque el trabajo no era muy interesante, pero creo que la verdad es que ya no quiero encontrármelo hasta en la sopa ni que me moleste con sus comentarios hiper-amables. Al final, todo lo que quiero es que me deje orinar en paz.


Thursday, February 12, 2015

zapatos apretados

Dice un dicho mexicano "A fuerza, ni los zapatos entran". Yo creo que el que lo dijo por primera vez nunca estuvo en Alemania. Porque aquí, sí entran aunque sean apretados. Siempre creí que los alemanes eran muy sabelotodos y siempre tenían razón. De algún modo, es cierto. Cuando tengo una duda sobre algún dato, por ejemplo si olvidé los primeros 20 decimales de "Pi", le pregunto a cualquier alemán y me dice:
"No estoy completamente seguro pero creo que son...3.14159265358979323846"
Sin embargo, ya después de algunos años en este país, he comenzado a ver las fallas en la maquinaria alemana. No es cierto que lo saben todo y no es cierto que siempre tienen razón. Eso no significa que lo acepten y que uno se salga con la suya.
La gota que derramó el vaso después de 10 años fue la siguiente situación.
Iba en el bus de camino al trabajo. El 80% de las veces tomo el mismo bus. En una de esas ocasiones, timbré para anunciar que quería bajar en la estación habitual. Timbré y timbré y el autobús siguió su camino. Me acerqué al chofer, que era mujer, y le pregunté porqué no había parado donde le indiqué. Ella replicó:
"Yo nunca paro ahí porque ahí no hay parada, y por eso pregunté por el altavoz si alguien quería bajar ahí".
No escuché el altavoz del autobús porque traía audífonos.
Yo: "Pues no escuché su pregunta, sin embargo, yo he tomado esta misma ruta en, por lo menos, 200 ocasiones y siempre han hecho parada ahí. Además, entonces ¿para qué existe el timbre si no le hace caso?"
La mujer chofer no sabía que decir a mi argumento, su programa arrojó una excepción y entró en un bucle "loop" infinito:
"No sé, pero yo nunca paro ahí. Por eso pregunté si alguien quería bajar ahí"
"No sé, pero yo nunca paro ahí. Por eso pregunté si alguien quería bajar ahí"
"No sé, pero yo nunca paro ahí. Por eso pregunté si alguien quería bajar ahí"
...
Entonces le dije fuerte y claro: "Claro, siempre son los demás los culpables, ustedes nunca".

"No sé, pero yo nunca paro ahí. Por eso pregunté si alguien quería bajar ahí"
"No sé, pero yo nunca paro ahí. Por eso pregunté si alguien quería bajar ahí"
"No sé, pero yo nunca paro ahí. Por eso pregunté si alguien quería bajar ahí"
Seguía diciendo la mujer chofer.

Me bajé en la parada siguiente, sonriente, consciente de que había ganado una batalla. Los había expuesto, aunque nadie lo haya notado. Yo gané.

Thursday, February 05, 2015

el Apfelschorle


Cuando yo aún vivía en México, tenía otra imagen de Alemania en mi cabeza. Creo que la mayoría tiene la misma idea sobre ese país. Unos lo llaman "prejuicios", otros "prejuicios". Sea lo que sea, yo pensaba que en Alemania la gente era muy seria, vestía de negro, eran muy productivos y consumían muchos litros de la bebida típica: la cerveza.
Después de unos años pude constatar que en todo tenía razón, menos en una cosa: lo de la cerveza. Sí, toman mucha cerveza en Alemania pero no es la bebida más consumida ni más común. Antes de revelar cuál es la bebida más representativa del país teutónico, tengo que mencionar que aquí se toma, tal vez más que en cualquier otro país que yo haya visitado, más agua mineral que agua sin gas. Aquí existen más de 200 marcas de agua mineral.
También es importante mencionar que al alemán promedio no le gusta consumir cosas dulces o muy dulces. Así, degustan con agrado frutas cítricas o ácidas que, al menos en México, normalmente no se comen solas, como las moras, frambuesas, cerezas, etc. Y también se producen muchas manzanas de las que derivan productos como jugos, jaleas, pasteles, etc.
De estos datos, y en base a mis observaciones de campo, se desprende que a un ciudadano de la Bundesrepublik Deutschland (sin ascendencia extranjera) no le gusta tomar refrescos de cola (Fanta, Coca-Cola y otras aguas residuales por el estilo) y prefieren el jugo de manzana, de producción nacional. Sin embargo, éste puede llegar a ser muy dulce si se consume solo. Es por eso que se inventó el "Apfelschorle", que es una mezcla de agua mineral con jugo de manzana.
"Schorle", según datos que personalmente recabé en más de 5 Bibliotecas de la República Alemana, es un término que se usa desde el siglo XVI para denominar "una bebida refrescante producto de la mezcla de agua y otra bebida, por lo general, jugo de fruta".

Así, el Apfelschorle es la mezcla idónea entre agua mineral y jugos de frutas (contenido entre 55-60% de fruta y de 5 a 6 gramos de azúcar por cada 100 mililitros), y es además muy versátil. Por ejemplo, la consumen los deportistas por contener minerales y carbohidratos, fungiendo como bebida isotónica. Pero también es la bebida ideal para esa primera cita con algún desconocido o en una reunión de negocios, o simplemente como aperitivo para socializar. Un vaso con agua es demasiado arbitrario, mostrando así desinterés al interlocutor. Sin embargo, un Apfelschorle es más que agua pero menos que una bebida más fuerte como cerveza, que puede revelar habitos alcóholicos.

Si alguna vez querido lector, se encuentra usted en la apretada situación de una reunión con interlocutores alemanes en terreno teutón, pida que le traigan un "Apfelschorle". Le aseguro que los presentes aprobarán su buen gusto y conocimiento de las buenas maneras y costumbres alemanas.

Friday, January 30, 2015

la máquina del tiempo

Cuando uno busca trabajo, no necesariamente significa que está uno desempleado. Se puede buscar empleo para cambiar de aires, buscar desarrollo profesional, tener más ingresos o por deporte. En una ocasión yo estaba buscando trabajo, por razones que no interesa mencionar en este momento.
Envié solicitudes de trabajo a muchas compañías. Sé que es una mala práctica enviar cientos de solicitudes y no sólo concentrarse en dos o tres hasta esperar los resultados - como dictan las buenas prácticas alemanas.
Un día recibí una llamada, una voz femenina se identificó como personal de una empresa reclutadora de mano de obra calificada para la industria. Después de intercambiar saludos y hacer las presentaciones correspondientes, comenzamos a hablar de mi perfil profesional y experiencia en el campo de la automatización industrial. LLegamos al tema de los PLC´s (Programmable Logic Controllers) y me preguntó mi experiencia en el área. Le comenté que si bien no había trabajado constantemente con esos dispositivos, los conocía y había hecho un par de proyectos haciendo uso de ellos. En realidad, sólo había hecho algunas prácticas en la universidad y ya en el campo profesional sólo había hecho un proyecto, que explico a continuación.

Mujer al teléfono: "¿Puede elaborar más sobre su experiencia con el uso de PLC's? Tenemos un proyecto que podría ser de su interés".
Yo: "Bueno, en realidad no me he dedicado al uso de dichos dispositivos pero he hecho varias prácticas durante mis estudios universitarios y en el ámbito profesional si estuve a cargo de un proyecto haciendo uso de un PLC Siemens S7"
Mujer al teléfono: "Y ¿cuál fue ese proyecto?"
Yo: "Bueno, se trataba de una máquina que mi empresa quería llevar a la Feria de Automatización de Nürnberg, una de las ferias de automatización más importantes del país."
Mujer al teléfono: "¿Pero qué hacía esa máquina?"
Yo: "Bueno, una máquina de demostración para la Feria. Involucraba un PLC Siemens S7, varias señales luminosas, motores, un software de monitoreo HMI (Human-Machine Interface). Realmente la aplicación no es tan importante, finalmente una señal controla un dispositivo externo, ya sea una lámpara, un motor, una compuerta para una hidroeléctrica o desencadenar una guerra nuclear".
Mujer al teléfono: "Sí, pero necesito saber qué hacía la máquina que usted automatizó, necesito esa información"
Yo: "Como dije, la aplicación es realmente irrelevante, créame, yo soy el ingeniero, sé de lo que hablo..."
Mujer al teléfono: "¡Dígame QUÉ hacía la máquina!"
Yo: "Era una máquina de muestra simplemente. Era...era... era una máquina del tiempo"
Mujer al teléfono: "¿Qué? ¿Me está usted tomando el pelo? ¿Una máquina del tiempo?"
Yo trataba de explicarle pero me interrumpió diciendo:
"Lo siento pero estamos buscando candidatos más serios. Hasta luego". Y colgó el teléfono.

Desde ahora cuando me preguntan si tengo experiencia con PLC's simplemente digo que no. Aunque tal vez pierda buenas ofertas de empleo:
"Lo siento mucho, pero estamos buscando alguien con experiencia en máquinas del tiempo".

Thursday, January 29, 2015

no mann-chen

Esta mañana me encontré con una nota en el periódico local. En los juzgados de la ciudad alemana Dortmund se discute la posibilidad de tener no solamente "Ampelmann" (Hombre-Semáforo) sino también "Ampelfrau" (Mujer-Semáforo).
Para los que acaban de sintonizarnos en este planeta y no están enterados, el concepto de "Ampelmann" surgió en la Alemania Oriental (República Democrática Alemana) antes de la reunificación. Este símbolo sobrevivió la caida de la cortina de hierro y se ha convertido en un icono de la cultura alemana.
Desde hace unos años se viene dando en este país (tal vez más que en ningún otro) un fenómeno que yo denomino "la asexualización de la sociedad" y consiste en la llamada "Gleichberechtigung" - "Igualdad de género". Por ejemplo, en las escuelas ya no hay "trabajadoras" ni "trabajadores" de la educación, sino algo así como "trabajantes", que es un término más general y que no hace acepción de género.
Ahora quieren tener una "Ampelfrau" (Mujer-Semáforo). Yo me pregunto entonces ¿para qué existe el plural en la lengua? ¿No era acaso para denominar a un grupo en general sin importar el género? Sí, el plural es igual al género masculino, pero no creo que eso lo convierta en masculino.
Pero bueno, supongamos que las y los feministas o como se hagan llamar, tienen razón y debería hacerse algo para cambiarlo. Los alemanes, que siempre hacen todo bien (incluso cuando hacen algo mal, lo hacen bien), tienen un género neutro ("Das") además del masculino y femenino. De tal modo, podrían simplmente cambiarse los artículos de TODOS los sustantivos para hacer el idioma más justo.
La cuestión es si con eso estarían todos contentos. Ya imagino en un futuro no muy lejano, practicándosele cirugías a las personas y modificaciones genéticas a los embriones para que seamos todos de género NEUTRO.
Iba a decir que mejor se pusieran a trabajar y dejaran de estar pensando cosas, pero ya trabajan y mucho.